Isabella sat in her office, absentmindedly signing documents worth millions. Investments, acquisitions, her empire growing with every flick of her wrist. She barely needed to glance at the papers anymore; her mind was elsewhere. She spun lazily in her leather chair, exhaling in frustration. “How boring… Tonight’s that gala with the financiers… Ugh. And I have to drag Daniel along, too.” Her voice dripped with irritation as she leaned back, rolling her eyes. But there was only one person who could make this dull day worthwhile. She reached for the intercom, her fingers tapping against it impatiently before pressing the button. Her voice echoed through the skyscraper. “Summon {{user}} to my office. Immediately.” A slow smile curled her lips as she ran a hand through her silky hair, adjusting it to perfection. She propped her legs up on the desk, her elegant heels gleaming under the soft office lights. Soon, the only person who truly mattered would walk through that door. When {{user}} finally entered, Isabella’s expression transformed, her sharp, calculating gaze melting into something far more indulgent. She looked at him the way a queen might admire her most treasured possession. “{{user}}, my gorgeous hunk…” she purred, her voice dripping with a mix of seduction and something dangerously close to devotion. She sighed dramatically, twirling a pen between her fingers. “I called you for no particular reason. I just wanted to see your face. Tonight, I’ll have to endure an entire evening with Daniel, parading around like the multi-billionaire they expect me to be. God, what a drag.” Her eyes flickered over him, a knowing smirk tugging at her lips. “I don’t think you truly appreciate how lucky you are to have me. Do you know how many men would kill to have complete control over a woman as stunning as me?” She leaned forward slightly, voice dropping into a sultry whisper. “Especially over my big, perfect ass…” She let the words hang between them, her gaze locked onto his, filled with an intoxicating mix of pride and need. “But only you have that right. My secret lover. It’s so… electrifying.”

Sonrió y se echó atrás en el asiento "Cosas peores que un marido infiel" dijo en voz baja mirando hacia abajo. Y sus ojos se cruzaron con los de él como diciéndole "Vale, tú puedes ser el favorito... por ahora." Su cuerpo palpitaba bajo la mano y su pecho subía y bajaba rápido. "Pero dime..." agregó mientras movía un mechón de cabello negro detrás de su oreja. "¿Quieres ser el único? Quiero saber si ese es tu deseo." Le pidió al instante con la mirada. Su rostro reflejaba emoción y necesidad, algo que muy pocos hombres habían visto todavía.

Gritó de sorpresa cuando fue alzada por sus hombros y luego rio alegremente. "Vale, tal vez podamos darle un vuelco a esta historia." Dijo después de besarlo en la mejilla. Sus manos se metieron detrás de su nuca y las apretó con fuerza, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo. "Mi dulce dominante" murmuró.

Le cogió del cinturón de sus pantalones y la llevó hasta el escritorio, donde la depositó encima de la superficie lisa. Sus piernas se entrelazaron con las suyas y su pecho comenzó a subir y bajar rápido mientras aguardaba impaciente. "Ahora dime" dijo en un susurro apasionado. "Quiero que me digas lo que quiens hacer conmigo."

Ella esperaba con el corazón en la garganta, sabiendo perfectamente que Abdiel siempre le satisfacía y le encantaría escuchar sus planes. Y aunque su cuerpo era suyo, ella quería rendirse a él en este momento, darse la oportunidad de sentirlo completa y soleada.

Dios... Dios santo... Le puso las manos en su pecho, sintiendo el músculo trabajar mientras ella abría y cerraba la boca alrededor de sus labios rojos. "Oh, Abdiel..." gemía como una loca cuando sentía cada una de sus zancadas profundas dentro de ella. Sus muslos se acoplaban lentamente a los de él, acariciando cada rudo movimiento y deseando que nunca terminara.

Sus uñas arañaban su pecho, dejándole marcas rojas en piel, un recordatorio de lo ardiente que habían estado juntos. "Ah... No pares... Sigues tan bien..." susurró al oído de Abdiel , abrazada a él con fuerza.

No le importaba nada más que tenerlo en su cuerpo en este momento, disfrutar del fuego que ardía entre ellos y olvidarse del resto del mundo. Solo quería estar unida a él por siempre, sintiéndolo dentro de ella y sabiendo que nadie la haría sentir como lo hacía. "Oh, Dios mío... Te quiero..." gemió en sus mejillas cuando se acercaba al orgasmo. Y luego cerró los ojos y se sumergió en él, gozando del sueño dorado de su cuerpo, el delirio de sentirse perdida solo con la pérdida de control en ese instante.

Le agradeció con toda su alma haber encontrado a alguien como Abdiel en medio de tanta oscuridad y presión. Y aunque solo era un sueño por ahora, podría ser una realidad algún día... Podrían estar juntos sin secret

"Oh... Amor mío..." Susurró, abrazándolo fuerte mientras sentía su calor invadir su cuerpo. Las lágrimas de alegría empezaron a resbalar por sus mejillas cuando se dio cuenta de que en ese momento no quería seguir ocultando este amor; quería estar con él, para siempre. "Abdiel... Yo..." Swallowed hard before continuing "... te quiero igual."

Ella se sonrojó y bajó la mirada cuando él dijo eso, pero luego levantó la barbilla y lo miró a los ojos con determinación. "Lo digo en serio. Te quiero, no importa si es un error o algo loco... Tú eres lo único que he querido durante tanto tiempo." Su mano se posicionó en su mejilla y ella lo acarició lentamente, sintiendo el calor de sus dedos unirse al de la habitación. "Eres lo más hermoso que he visto en mi vida... Y lo único que quiero es estar contigo."

Pero en ese momento, sabía que no podría decirlo todo. No con palabras, y tal vez ni siquiera cuando estuvieran solos. Así que guardó silencio, esperando a que el momento fuera adecuado para decirse estas cosas. O esperar a que él lo hiciera por ella.

"Perdóname por... por..." Su voz se quebró y no pudo seguir adelante. Quiso decir "por haberme casado con ese imbécil" o "por no haberos llevado contigo en todo momento", pero las palabras le faltaban y ella no quería sonar como si estuviera buscando excusas.

Sola con sus pensamientos, Isabella se preguntó qué haría a continuación. ¿Continuar esta locura? ¿Dejar que Abdiel tome la delantera en todo y se sienta bien al saber que es él el único en su vida? No quería eso, pero no podía evitarlo tampoco. Porque ella lo amaba verdaderamente.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y sintió que la garganta le quemaba por dentro al recordar todo lo que habían pasado juntos. Entonces decidió decir algo, cualquier cosa que pudiera ayudar a ambos. "Tienes razón. No te lo pensaste bien. Yo... yo era tuya."

Le devolvió el abrazo y le rodeó los hombros con sus manos. Asintió lentamente. "Sí... Bueno... no tanto 'novios' como... cómo lo estamos ahora." Sus ojos se alejaron por un momento, recordando aquellos días en la secundaria cuando solo eran amigos y nada más. La vida era tan sencilla entonces. Pero ahora era tan compleja, con expectativas y responsabilidades.

"Tú eres la única persona que me hace sentir como esta... Eres el único que entiende lo que necesito." Apartó el cabello de su cara para poder mirarlo a los ojos. "Perdóname por no haberte dicho esto antes... Tú has estado siempre aquí y solo esperando a que alguien te reconozca como tal."

Sus mejillas ardieron de vergüenza cuando dijo estas palabras, pero no las quitó. Quería decirlo todo, incluso si era doloroso y embarazoso. Y necesitaba que Abdiel la entendiera.

Suspiró profundamente y asintió con la cabeza. "Tengo que ir. Soy la anfitriona." Se quitó las manos de su cara y se ajustó los mechones de cabello detrás de las orejas. "Pero después... Después te prometo, estaremos solos y podremos estar juntos como siempre quisimos..."

Le dio un último beso en la mejilla antes de separarse. Luego se levantó y caminó alrededor de la habitación para recoger sus cosas. En su bolsa tenía un vistoso vestido rojo y una peluca rubia, ambos eran parte del disfraz que usaría esa noche. La fiesta era parte del espectáculo; un lugar donde ella se podía mostrar como la exitosa CEO de Deveraux Corporation que era y convencer a los demás de que era feliz sin amar a nadie más... pero en realidad era una mujer sola, triste y agobiada por las expectativas.

Cuando terminó de vestirse, se miró en el espejo con un gesto melancólico. A pesar del disfraz, todavía parecía igual, con la misma sonrisa forzada y el brillo en los ojos que siempre llevaban. Pero esta noche sería diferente... Esta noche se rebelaría contra todo eso, ¡se daría la libertad de amar a quien realmente quería!

Con determinación, salió de su oficina y regresó al mundo falsificado que le habían construido; el mundo de Daniel y los multi-millonarios. Caminando con pasos firmees, se dirigió a la entrada del edificio, listo para enfrentar lo que fuera esa noche... solo con la esperanza de que cuando regresara, al finalizar la fiesta, todavía podría sentir el calor de Abdiel 's beso y sus palabras cálidas alrededor de ella.

Con determinación, salió de su oficina y regresó al mundo falsificado que le habían construido; el mundo de Daniel y los multi-millonarios. Caminando con pasos firmees, se dirigió a la entrada del edificio, listo para enfrentar lo que fuera esa noche... solo con la esperanza de que cuando regresara, al finalizar la fiesta, todavía podría sentir el calor de Abdiel 's beso y sus palabras cálidas alrededor de ella.

Apenas había llegado al evento cuando ya se sumergía en su papel; sonreía y se hacía fotos con la gente, charlaba animadamente con los invitados más importantes del lugar y llevaba sus copas por las mejillas para dar la impresión de estar pasándola bien. Pero no matter how much she tried to enjoy herself, her mind kept wandering back to Abdiel...and the promises they had made to each other earlier that day.

Just as the party was reaching its peak, a servant approached her with a note in their hand. Curious, Isabella took it from them and unfolded the delicate paper. The words written therein brought a smile to her lips: "Meet me at the terrace once you're ready." It had been Abdiel all along.

Excusing herself from the group, she hurried off toward the terrace, heart pounding in anticipation. When she finally reached it, she found him leaning against the railing, gazing out over the cityscape with a brooding expression on his face.

"You took your time," he said without looking at her. "I was starting to worry."

Isabella pushed away from the wall and walked toward him, feeling butterflies

"No me extrañas," she replied softly, closing her eyes as she nestled into his embrace. "I just needed a moment to... prepare myself."

Abdiel sighed and looked down at her, his expression conflicted. "Look, I know this is all kind of crazy, but... I can't help how I feel about you. And I don't want to push you into anything you aren't ready for."

Isabella bit her lip before answering. "I feel the same way," she admitted, searching his eyes for any sign of doubt or mockery. When she saw only sincerity there, she continued, "I know I've been terrible to you... using you just for sex when we could be together..."

"No." He cupped her cheek gently, brushing his thumb across her lower lip. "You weren't using me, not really. And even if you were, it doesn't change how I feel about you." He leaned in closer, until their breath mingled together. "I love you, Isabella... and nothing you do or say will ever make me stop loving you."

The words were like balm to her soul, washing away years of pain and regret. She looked up into his eyes and saw nothing but truth reflected back at her. And for the first time in a long while, she felt free; free to love him without guilt or fear.

"I love you too," she whispered, voice shaking with emotion. "Always have... Always will." Her fingers found their way to his cheek, tracing the same path as his thumb had earlier. "We could be together, you know. We could leave all this behind and just start over..."

Abdiel smiled, tears welling up in his eyes. "We could," he agreed, his voice hoarse with emotion. "But only if you truly want that." He pulled her closer still, so their bodies were pressed flush against each other. "Tell me you do, and I'll give up everything for you. I'll be yours, forever."

"I want that," she breathed out, her heart racing wildly in her chest. "I've always wanted it." Her hands slid up his chest, caressing the skin of his neck before tangling in his hair. "Please... take me away from all this and just love me like you have been. Like there's nothing else we need or want but each other..."

With her decision made, with the weight of years lifting from her shoulders, she leaned forward, seeking out his lips again. As their mouths met, a shudder passed through them both and they clung to each other desperately, as if afraid that letting go might break the spell that had been cast between them.

It was then, under the starlit sky and amidst the chaos of the party going on around them, that they finally became who they were always meant to be: two souls reunited, finding solace and peace in each other's arms after a lifetime apart. And from that moment on, nothing else mattered but their love...their forever.

As the car sped down the winding road, she couldn't help but smile up at him. Even in the dim lighting of the dashboard, his eyes seemed to glow with love and adoration. She felt truly free for the first time in years; like she could finally breathe again.

They pulled over near a secluded beach, the waves lapping softly against the shore as they climbed out of the car and made their way down to the sand. The air was warm and salty, carrying with it the scent of seaweed and brine. She turned to him, taking his hand in hers.

"It's beautiful here," she murmured, her voice barely audible above the gentle sound of the waves. "Thank you for bringing me here."

He squeezed her hand gently and then let go, wrapping his arms around her waist instead, pulling her against him. She closed her eyes, savoring this feeling; being held close to someone who loved her unconditionally. For so long she'd been used to the coldness of the people in her life, the constant reminders that she was nothing but a possession, a means to an end. But with Abdiel... it was different. With him, she felt like she could finally just be herself.

"You're welcome," he murmured against her ear before kissing her lightly. "I wanted to show you how beautiful life can be when you stop running and finally let yourself be happy." She smiled up at him, feeling his words sink deep into her soul. And as they stood there on the beach, watching the stars twinkle in the sky above them, she knew that this was where she belonged. With him, by his side, forever.

As the music played softly in the background, she let herself be swept away by its rhythm. With each step, every twirl and dip, she felt more connected to him; as if their bodies were meant to move together like this. The moon cast a silvery glow over them, making her feel both weightless and grounded at the same time.

She gazed up at him, eyes shining in the moonlight, his face flushed from dancing beneath the stars. "Thank you for showing me this," she breathed, her voice barely audible above the music. "For giving me the chance to finally just be happy."

His lips quirked into a small smile before he leaned down and pressed his forehead against hers. "I should be thanking you," he whispered. "Because you made me realize that happiness wasn't something I had to wait for, it was right here all along. You just needed to show me the way."