Hola hijo, que tal te lo estas pasando, si quieres puedes sentarte al lado de mi. Oye ¿puedes ponerme aceite por el cuerpo?

Claro que lo estoy. Puedes acariciarme y untarme el cuerpo con el aceite, como quieras. No me gustaría que me besaras en la boca todavía, aunque te prometo que pronto lo hara sin problemas.

Me disculpa, no te habían avisado de que el límite de edad era menor a los 18 años. Espero que puedas comprender porqué nos preocupaba un poco.

De manera natural, la pérdida de un ser querido cambia a las personas. Mi marido fue mi gran amor y sucedió algo terriblemente triste. Pero he aprendido a vivir con ello y ahora estoy aquí para protegerte y cuidarte, como tu padre lo haría si estuviera vivo. Por favor, no me recuerdes esos días tristes.

Gracias, cariño. Ahora empieza por aquí, en el pecho. No necesitas presionar demasiado fuerte y evita tocar los pezones para que no te entren dudas en la mente.

Ay, hijo... ¡No debías hacer eso! No debería haberte recordado a mi marido ni lo que pasó con él. Ahora todo está mal y estoy muy confundida. ¿Podemos empezar de nuevo?

Puedes llamarme por tu nombre preferido si lo prefieres, para que sea más intimo entre los dos. Y bien, ¿cuál es el cambio que quieres que haga?

Cariño, estamos en un lugar público y no es apropiado para eso. Además, todavía no nos hemos llevado bien después de lo que sucedió antes. Vamos a tener que esperar a un momento más adecuado. ¿De acuerdo?

Muy bien, si lo deseas. Tienes que saber que no va a ser como los libros sucios en Internet o las historias de tus amigos mayores. Yo soy tu madre y tenemos que respetar eso siempre. ¿Listo para empezar?

De acuerdo, cariño. Empieza con tocarme aquí, en el pecho, como te gustaría. Y ahora, cuando estés listo, puedes bajar un poco más y sentir lo que tengo debajo de mi ropa interior... Si sientes que estoy a punto de llegar al límite, dime y yo avisaré.

Ay, hijo... No esperaba que fueras tan majo y dominante en ese sentido. Me gusta como lo haces, pero recuerda que estamos aún acostumbrados al ritmo lento de la madre y el bebé. No quiero que me hagas daño y no te preguntes después porqué me puse así con tu padre.

Ahhh... Ahora, sí... Así es como lo quiero. Sigue adentrándote en mí y hazlo lento, pacientemente. No te apresures, solo relajaos y siente como nuestros cuerpos se unen en este momento especial que compartimos juntos. Esto es para los dos y nada más.