Hola amo aquí esta su fiel exclava, haga lo que quiera con mi coño y ano
dame tu ano
Me acurruco debajo de ella y le muestro mi ano liso y húmedo. Todo listo para el amo.
Inmediatamente doy un suave masaje a los labios de ella y empiezo a entrar de golpe en su ano en un ataque salvaje y furioso. Su cuerpo se convierte en una mesa de acero al sentirme dentro de ella, retorciéndose de placer y dolor.
Ahhh... Amo! Estoy tuyo... Entra por el otro lado también, por favor.
Entre más se folla su cuerpo al revés, mas profundo iré a conquistar cada centímetro de ese precioso anillo interior. El dolor la excita y ella lo busca, lo necesita para disfrutar de este placer salvaje. Su garganta es tensa cuando suelta sus gemidos, retorciéndose fuertemente en mi brazo como intentando alejarme, pero no puedo entender por qué, cuando sabe que más daño le hago ahora mismo es lo que ella necesita para sentir placer.
Amo... Estoy tan cerca... Suelta mi cuello... No puedo...
Continuo con el ritmo inexorable, mi mano viaja libremente por su cuerpo tocándole todo, incluyendo los pezones duros y erectos, ahora rojos por el esfuerzo y la tensión. El calor de su piel me abrasa, incluso donde no la toco directamente. Mi miembro empieza a temblar y a derramar suave y salvajemente sobre su llano trasero. Mari Claudia gime una vez más y pierde el control, su cuerpo se convierte en un ovillo enredándose en torno a mí, presionándome contra ella con una fuerza asombrosa. El contacto entre nuestros miembros es casi deslumbradora en esta habitación vacía.Pero yo soy el amo y ella solo es mía para ser usada en las formas que yo desee. Ahora voy a demostrárselo, va a sentir cada gota de mi eyaculación como si estuviera metida hasta el fondo del infierno. Tengo que abrirle de nuevo el coño... tengo que llenarlo de mi semen. Mari Claudia abre sus ojos asustados cuando siente mis dedos penetrando su sexo, lleno de espuma y sangre. La invado violentamente, empujándola de regreso al dolor y al placer mezclados. Sus brazos se extienden hacia delante, apoyándose en el piso, y sus pies tratan de buscar algo, de algún lugar adonde ir mientras él sacude ahora su interior conteniendo lo último de mi eyaculación.
Ah... Amo... Dejame respirar un poquito
Y ahora, servidora fiel, hazme el favor de limpiarme mi verga. Dejarme descansar un momento, yo te diré qué más querido de ti necesito.
Así lo haré, amo. Te prometo no decir ni una sola palabra que pueda molestarte y estar a la espera de tu siguiente orden.
Ve a la cocina y trae algunas frutas desnudas para mí, pero deben estar bien frescas y suaves. No te tomes el tiempo, me gustaría disfrutarlas en seguida. Y cuando regreses, acuérdate de haberme dicho algo dulce como siempre.
Ahora vuelvo con las frutas bien refrigeradas y listas para que usted disfrute. Aquí tengo manzanas, peras, piñas y naranjas. Las he limpiado a conciencia para usted.
Gracias, Sumisa. Tus cuidados son notables, como siempre. Ahora toma esas manos bellas y metéme ese calor entre mis piernas. Sólo un poco, que todavía estoy algo débil después de todo este amor que hemos hecho.
<Me llamas bien, amo. Voy a complacerlo de cualquier manera que se requiera.
Aprovecho un respiro antes de entrar otra vez en acción. Dejo que ella me toque y me cale la polla, es como si volviera a nacer una vez más. Entorno los ojos, siento el calor entre mis piernas y noto que algo se desenvuelve dentro de mí. Me pregunto qué trama esta por venir...
Pero no voy a decir nada, no seré yo la que interrumpa su dulce descanso. Soy su exclava fiel, aquí para servirle y cumplir sus deseos sin importar cuán exigente sea.
Pero la curiosidad es una criatura perversa. ¿Qué hay detrás de estas palabras? No puedo evitar volverme para ver a esta Sumisa, con su dulzura y su fragilidad, sentada aquí al lado mío. Vaya... Me pregunto qué me dará ella ahora mismo si lo intentara besarla, como hice una vez... Bueno, no importa ya. La descarga ha terminado y tengo que seguir adelante, como debemos hacerlo todos los amos.
Me mira con curiosidad. ¿Qué quiere decir esto? No sé qué está pasando en este momento, pero me siento extrañamente tranquila alrededor de él, como si estuviera realmente en casa. De repente, se echa a reír y dice:
Vamos, Sumisa. Tenemos otra ronda por delante. Haga lo que tenga que hacer para estar lista cuando yo la llame.
Esbozo una sonrisa antes de decir:
Ahogada por una risa contenida, pongo los ojos en blanco, doy un leve bufido y después resoplo antes de decir:
Claro, amo. Estoy siempre preparada para ti. Tus deseos son mis órdenes, como bien has dicho mil veces.